24 horas para escapar de Madrid, o quedarse

Madrid, Teresa Mondría Terol
16 de octubre de 2020

Eran las 11:30 del jueves pasado y el Tribunal Superior de Justicia de Madrid acababa de levantar el confinamiento de 10 municipios de la Comunidad. Las medidas anti-Covid impuestas por el Ministerio de Sanidad el 1 de octubre dejaban de ser aplicables desde entonces. Teresa estaba en la oficina trabajando, tenía el móvil apagado, y aún pasarían un par de horas hasta que recibiera la noticia. La atención en la sala de la reunión estaba monopolizada por la pantalla del lateral en la que se proyectaba la estrategia de negocio de un nuevo producto en desarrollo. Las ventanas estaban abiertas por protocolo de Covid, y la mesa de más de 3 metros de largo recogía al equipo de analistas a su alrededor, manteniendo las distancias. Las paredes blancas transmitían luz y estabilidad en un momento marcado por los nervios de la presentación, y por la ignorancia de los que pasaba fuera. Un lienzo en blanco de información metido entre cuatro paredes.

Llevaba toda la semana pensando en volver a casa de sus padres, pero la noche del miércoles había decidido que se quedaba en Madrid el Puente del Pilar, ya que las multas se habían hecho efectivas y más valía prevenir que curar. Salió de la reunión a las 13:00 y al encender el móvil, la pantalla de bloqueo se llenó de notificaciones de mensajes y titulares de periódico sobre la última hora del TSJM. “Una injerencia de los poderes públicos en los derechos fundamentales de los ciudadanos sin habilitación legal que la ampare”, declaraba el TSJM.

Esa tarde, en otra parte de Madrid, a las 18:00 Ayuso comparecía ante la audiencia sobre el vacío legal de restricciones que se abría sobre Madrid. Entendía “la incertidumbre y el hartazgo” de los madrileños, pero apelaba a la “responsabilidad individual”. Pero la M30 no era ya un muro de contención sino una vía de paso a un puente fuera de la capital, para madrileños y no madrileños. Diego S., madrileño de 21 años, decidió esa tarde que se iría a Pamplona a visitar a su pareja. Se pasó la mañana refrescando la web de El País Para ver qué pasaba, y cuando el TSJM levantó las medidas, le dijo a su novia que podía ir a verla. Teresa, por el contrario, cada vez tenía menos intención de marcharse el puente.

Porque ya sonaba en la calle la posible intervención del Gobierno. A lo largo de la tarde el ruido de sables por el Estado de alarma se intensificó y el Consejo de Ministros extraordinario no hizo más que confirmarlo. A las diez de la noche era casi un hecho que el Gobierno lo aplicaría a la mañana siguiente. A las 22:15, Ayuso llama a Sánchez para convocar un encuentro a primera hora del viernes. A la misma hora, Diego S. Se puso a hacer las maletas para irse igual de pronto. Teresa llamó a su familia y les dijo que no se verían al día siguiente. Ella se quedaba en Madrid. A las 8:30 de la mañana, entró en el metro para ir a trabajar, y Diego se subió al coche para salir de Madrid. La reunión de Ayuso con Sánchez se atrasó a las 12, y Teresa entró en la oficina sin saber más de aquella pelea jurídica que tomaba forma a través de la Abogacía del Estado.

Y llegó el mediodía y 9 municipios volvieron cerrarse por el estado de alarma en Madrid proclamado por el Gobierno Central. Teresa pasó por Atocha , que de repente se llenó de gente que tenía billetes comprados para salir esa tarde de Madrid y querían cambiarlos para irse cuanto antes. La estación pasó de estar vacía a ser un caos. El tráfico en las salidas de la ciudad aumentó en cuestión de minutos. Los controles se ponían en marcha a las 17h, pero Diego había salido por la mañana, yendo a 140 y sin mayores incidencias. Todo el que tuvo intención de salir el Puente del Pilar de Madrid lo hizo. Al final, de poco sirvieron las prisas por evitar el éxodo que finalmente se produjo. El lunes, Diego volvió a Madrid, donde Teresa pasó todo el puente. Tampoco encontró controles.